¿Qué hace que una persona tenga éxito mientras que la otra acaba cambiando de trabajo cada 6 meses? ¿Es el talento, la inteligencia, la determinación, la determinación o su forma de pensar? Algunos dirían que es una combinación, mientras que otros dirían que es su inteligencia. Y aún otros argumentarían que es el valor y la determinación lo que le permite alcanzar sus objetivos. Según Carol S. Dweck, el éxito viene con una mentalidad de crecimiento. En su libro: Mindset: The New Psychology of Success, Dweck acredita una mentalidad abierta para el éxito. Según Alfred Binet, no siempre son los más inteligentes los que acaban primeros. Los niños están programados para buscar la aprobación de los padres, maestros y entrenadores desde una edad temprana. Se entregan pegatinas, trofeos y premios a los mejores y más brillantes. Pero no se detiene allí.
Esta necesidad de aprobación también continúa en la edad adulta. Ya sea en relaciones o carreras, anhelamos ser reconocidos por nuestro arduo trabajo o logros. “Cada situación se evalúa: ¿Tendré éxito o fracasaré? ¿Me veré inteligente o tonto? ¿Seré aceptado o rechazado? ¿Me sentiré como un ganador o como un perdedor? (Dweck, 8). Si bien no hay nada de malo en querer tener éxito, esta mentalidad de todo o nada puede impedir que uno logre sus metas en la vida. ¿Es tan malo fracasar? Absolutamente no. ¿Y puede el fracaso eventualmente conducir al éxito? La respuesta es inequívoca: ¡Sí! Si miramos a lo largo de los anales de la historia, podemos ver evidencia de fracaso seguido de éxito. Más recientemente, me vienen a la mente algunos nombres: Walt Disney, Steve Jobs, Bill Gates, Arianna Huffington, Jill Abramson, Vera Wang y muchos otros. J.K. Rowling lo dijo mejor: "Es imposible vivir sin fallar en algo a menos que vivas con tanta cautela que es como si no hubieras vivido en absoluto, en cuyo caso has fallado por defecto". Así que arriésguese, aproveche la oportunidad, pero no permita que el fracaso le impida lograr su próximo objetivo.