Si sigues las noticias sobre la pandemia de COVID-19, es probable que estés al tanto de las decisiones impulsivas que está tomando mucha gente. Las largas colas en las tiendas de comestibles, el abastecimiento de alimentos y artículos de aseo, el barrido de los pasillos de ocio: todo ello está inducido por el pánico. El pánico es igual de contagioso y se propaga a un ritmo tan rápido como el coronavirus. La forma en que el pánico toma el control es que la gente empieza a tomar toda la información que se crea (y que a veces es engañosa) y empieza a correr con ella. No ayuda que las redes sociales sean un factor enorme en el suministro de noticias y actualizaciones, ya se trate de una pandemia mundial, desastres naturales, catástrofes económicas u otros casos. Echamos un vistazo a cómo se propaga exactamente este miedo y qué podemos hacer para frenarlo.
Responder con miedo ante el peligro
A menudo, responder con miedo a las situaciones que nos asustan es todo lo que sabemos; al menos, así es como nos sentimos en ese momento. La naturaleza contagiosa del miedo y el pánico es un antiguo fenómeno evolutivo que los investigadores han observado en muchas especies animales y también en los humanos. Lo creas o no, el pánico que generamos puede ser una valiosa táctica de supervivencia.
Entonces, ¿por qué nos asustamos? Pues es muy sencillo. Nuestro cerebro está programado para responder automáticamente a las amenazas de nuestro entorno. La amígdala (la porción de nuestro cerebro que se encuentra en lo más profundo del lado de la cabeza, en el lóbulo temporal) es la responsable de responder a estos momentos que nuestro cerebro categoriza como «amenaza». La amígdala recoge esta información sensorial y la analiza en busca de estímulos asociados al peligro. A partir de ahí, la amígdala envía la señal a otras partes del cerebro para cultivar respuestas de defensa y de factor miedo. Estas respuestas suelen presentarse en forma de huida o miedo.
Percibimos el miedo de los demás
Muchas especies de animales viajan en manadas, por lo que, si uno de ellos empieza a correr para salvar la vida, otro miembro está obligado a seguirle. Los seres humanos somos criaturas sociales por naturaleza, así que, al igual que los animales, cuando unos pocos de nosotros captan un susto, el resto tiende a hacer lo mismo. Las personas somos sensibles al pánico o al miedo, especialmente expresado por los grupos de los que nos rodeamos estrechamente.
Hay una parte específica del cerebro, además de la amígdala, que se encarga de reaccionar ante el miedo de los demás. La corteza cingulada anterior (ACC) es la que lo hace posible. Rodea el haz de fibras que conectan los hemisferios izquierdo y derecho del cerebro. Así que cuando observas a otra persona reaccionar ante situaciones con miedo, tu ACC se activa.
En definitiva, el contagio del miedo es algo real y es una forma eficaz de transmitir e inducir respuestas de defensa.
Romper el ciclo del miedo: casi imposible
Debido a que el contagio del miedo se propaga tan rápidamente, puede ser bastante difícil de controlar. Una vez que se desencadena el miedo en una multitud, no hay tiempo para verificar las fuentes del terror. La gente confía en las acciones de los demás, así que si uno huye, puedes esperar que el resto del grupo huya con ese individuo. A menudo, estos pánicos masivos acaban en tragedias, que es exactamente por lo que las autoridades están instando a la gente a mantener la calma. Desde el estallido del COVID-19, la gente ha estado comprando artículos a granel, pero muchos de ellos no entienden cómo esto puede empeorar las circunstancias. Con más gente acudiendo a las tiendas, es más probable que el virus se propague.
El miedo no se limita a propagarse en entornos físicos. Los medios de comunicación también son muy responsables de distribuir información y propaganda terroríficas, manteniendo a la gente en un creciente estado de miedo.
¿Cómo podemos impedir la propagación del miedo?
Hay formas bastante sencillas de ayudar a mitigar el contagio y la propagación del miedo. Cuando estés en público, lo mejor es que permanezcas lo más tranquilo posible y mantengas tu estado físico relajado. La gente puede percibir cuándo estás ansioso o asustado, incluso sólo basándose en tu expresión corporal. Además, es mejor que no difundas información sobre seguridad que no esté aclarada. Es mejor que compartas información de fuentes fiables.
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