Fusionar tus raíces colectivistas con una sociedad individualista
Al crecer, es probable que tu madre y tu padre -y tu Abuela, Tío y primo mayor- hablaran de la importancia de la familia, de apoyarse mutuamente y de permanecer unidos. La familia es todo, decían-y repetían-a veces sonando como una advertencia directa. El mensaje subyacente probablemente te quedó claro cuando llegaste a la escuela primaria: Tienes un deber para con tu familia, ahora y siempre.
El familismo -o devoción, lealtad y compromiso con la familia- es inculcado en las mentes de las generaciones latinas más jóvenes por los mayores de la familia desde una edad temprana. ¿Valores como la independencia, perseguir tus sueños y los límites personales? No tanto.
En muchas familias latinas, el colectivismo -o dar prioridad a las necesidades del grupo sobre las individuales- parece fortalecerse tras la inmigración a Estados Unidos. Tanto el familismo como el colectivismo están esencialmente ligados a la supervivencia, o al menos lo estaban para tus padres o abuelos cuando llegaron por primera vez a este país. La inmigración y la lucha por la aculturación y la seguridad económica en un nuevo país son traumáticas en muchos sentidos. Esta es probablemente una razón central por la que tu familia puede aculturarse hasta cierto punto, pero el familismo perdura. Es lo que les hizo superar algunas de sus mayores dificultades. La familia era lo único que sabían que tenían en medio de tanta incertidumbre.
Aunque el familismo ofrece ciertamente apoyo y seguridad, también puede ser muy estresante cuando intentas sobrevivir en una sociedad individualista. A continuación hablaremos de cómo puedes establecer límites personales para que el familismo te sirva de catapulta -y no de barrera- para alcanzar tus metas y aspiraciones.
Sé sincero con tu familia sobre lo que quieres, ya sea seguir una carrera que te obligue a trasladarte o alejarte del negocio familiar para perseguir tus propios intereses. Recuerda que tus padres y abuelos están aquí, en este país, porque en su día fueron valientes soñadores. Dejaron el país y la comunidad que conocían y se adentraron en lo desconocido. Tuvieron que dejar atrás a sus propios padres y abuelos en busca de una vida mejor. Puede que tengas mucho más en común con ellos de lo que crees.
Acepta que tu familia puede rechazarte y desaprobar tus decisiones, al principio y quizá durante un tiempo. No importa la edad que tengamos, contar con la aprobación de nuestra familia sigue siendo importante y significativo, especialmente entre las familias latinas. Sin embargo, cuando hablas y discrepas de sus opiniones y puntos de vista, prepárate para una reacción violenta. Tu familia puede actuar como si les hubieras traicionado cuando defiendes lo que quieres o te opones a sus opiniones sobre tu papel en la familia. Es importante tener en cuenta que su rechazo y desaprobación probablemente no durarán para siempre, y que no es algo personal. Lo que realmente les molesta es que alguien ponga en tela de juicio lo que les proporciona una sensación de seguridad: La familia unida. Dales tiempo y haz todo lo posible por no tomarte sus actitudes -o comentarios- como algo personal. Responde: «Sé que estás disgustada, pero espero que comprendas que ésta es la mejor decisión para mí y que significaría mucho para mí contar con tu apoyo». Estas palabras demuestran tu confianza en tu decisión, tu compromiso de establecer límites y tu respeto por el importante lugar que ocupa tu familia en tu vida.